La capacidad de Pensar
Los dioses hicieron que dependiese solo de nosotros lo más poderoso de todo y lo que dominaba todo lo demás: el uso correcto del pensamiento; mientras que lo demás no depende de nosotros [...] Si te ocupas de él y concentras en él tu bien, nunca hallarás impedimentos ni tropezarás con trabas, ni te angustiarás, ni harás reproches ni adularás a nadie [...] Eso es haberse ejercitado en lo que hay que ejercitarse, haberse provisto de unas facultades de deseo y rechazo que no pueden ser obstaculizadas ni echadas por tierra.
Epicteto. Disertaciones, 1.7.12.31
Esta exhortación de Epicteto es tan importante que vale la pena repetirla una y otra vez: una persona sensata reconoce lo que puede controlar y lo que no.
La buena noticia es que es muy sencillo recordar lo que controlás: tu mente.
Ni siquiera tu cuerpo es del todo controlable. A fin de cuentas, en cualquier momento podrías enfermar o sufrir un accidente que te incapacite. Podrías también terminar en la cárcel sin buscarlo.
Pero es una buena noticia saber qué es lo que sí podés controlar, porque de esta forma disminuyen drásticamente la cantidad de cosas en las que tenés que pensar.
La simplicidad implica claridad. Mientras todo el mundo va de un lado al otro, con una lista kilométrica de responsabilidades – cosas de las que, de hecho, no son responsables - vos solamente tenés una responsabilidad. Solo tenés que hacerte cargo de una cosa: tus decisiones, tu voluntad.
Tu mente.
Ejercicio de control del pensamiento y regulación emocional
Recordá que para incorporar esta doctrina en nuestro pensamiento y fortalecer el control mental, es necesario ejercitar la atención plena o mindfulness. Cliqueá en el siguiente link para entrenar tu mente y aprender a gestionar tus emociones