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Foto del escritorLorena Martin

Vías de acceso a la felicidad. Estoicismo y Budismo a la luz del pensamiento de Arthur Schopenhauer

Actualizado: hace 3 días



Introducción: El Budismo y el Estoicismo coinciden en la centralidad de la conducta ética como fundamento de la felicidad, proponiendo métodos específicos para encauzar el carácter: el arte de vivir en el Estoicismo y el sendero óctuple en el Budismo.

El pasaje de la mas elevada filosofía moral de occidente, el Estoicismo, a la mas noble filosofía oriental, el Budismo, puede resultar problemático para el pensamiento de un occidental. Allí presta auxilio Schopenhauer con el concepto nuclear de su teoría, la voluntad de vivir, como rasgo de carácter innato e inmutable.



Schopenhauer
Schopenhauer




El Estoicismo postula que el carácter estoico está constituido por cuatro virtudes cardinales: la justicia, la templanza, el coraje y la sabiduría. El cultivo de estas virtudes es el arte de vivir, cuyo resultado es la eudaimonía (bienestar o felicidad). El programa de entrenamiento del arte de vivir se aplica a tres áreas: el pensamiento, el deseo y la acción, cuyo ideal es un sujeto con dominio de sí, autónomo, imperturbable y noble.  Es necesario, por lo tanto, disciplina y monitoreo permanente, ya que aprender a captar los pensamientos que surgen es parte importante del entrenamiento, apuntalado en tres procesos cognitivos: atención plena, desidentificación de los pensamientos y menor reactividad a sus contenidos.

La ética estoica es la técnica del vivir racionalmente, para alcanzar la dicha y la tranquilidad del espíritu a través del perfecto desarrollo de la razón práctica. Los estoicos quisieron identificar la virtud con la felicidad haciéndolas depender del principio de razón. Sin embargo, nos dice Schopenhauer, toda virtud que se practique para obtener una recompensa está basada en el propio interés, aunque este sea prudente, metódico y previsor. La fuente estoica del principio ético es el deseo de bienestar personal (eudaimonía), y ninguna acción virtuosa en sí, puede tener como fuente el egoísmo. En definitiva, es una doctrina eminentemente práctica y sin fundamento metafísico o trascendental.

  

El Budismo parte, en cambio, de vicios cardinales, en cuya superación radica la aparición de la felicidad. Los vicios son: la lujuria, la pereza, la ira y la avaricia, y las paramitas o virtudes son: la generosidad, la recta conducta, la paciencia, la diligencia, la meditación y la sabiduría. Esta doctrina oriental propone el camino óctuple de las cuatro nobles verdades para el acceso al Nirvana, un estado de indiferenciación yo-no yo, cuyo requisito para alcanzarlo es la eliminación del velo de Maya o ilusión del mundo fenoménico, que al modo de la caverna de Platón, oculta la verdad de quienes somos.  La primera de las cuatro nobles verdades refiere al sufrimiento (Dukkha) inherente a la vida; la segunda, al origen del sufrimiento o estados aflictivos (Karma) generados por la ignorancia fundamental; la tercera, al cese del sufrimiento (Nirvana) al cual se accede adoptando un código ético para corregir los desequilibrios emocionales y eliminar el ego; y la cuarta, al método para lograrlo, el camino óctuple (Dharma). Para ello proponen una serie de técnicas tendientes a alcanzar la serenidad y claridad mental, que a su vez facilita la acumulación de Karma positivo en el camino óctuple hacia el Nirvana. A través de la meditación y de la conducta correcta se elimina la conciencia individual, el deseo y los sufrimientos, y con ello el ciclo de renacimientos (Lama Rinchen Gyaltsen, 2023. El Sendero Noble. Transcripción del curso online).


                                                                                                                                                   

Conciencia de uno mismo. Estoicismo y Budismo a la luz del pensamiento de Schopenhauer



Para Schopenhauer, se llega a la autoconciencia a través de la voluntad, es decir que el sujeto se conoce a sí mismo como sujeto del deseo, y no como sujeto del conocimiento. Este último está constituido por las formas a priori de toda experiencia y de todo conocer: tiempo, espacio y causalidad; nunca, entonces, el sujeto del conocimiento será conocido, porque él mismo es condición de posibilidad de su propio conocimiento (el espacio, como forma de la intuición, el tiempo, como forma de la mutación, y la ley de causalidad, como reguladora de los cambios causa-efecto, son dados a priori en el intelecto, y por eso, son su fundamento y condición de posibilidad). Es decir que, no hay un origen exterior del tiempo, espacio y causalidad puesto que son categorías del pensamiento. No hay conocer del conocer. Lo conocido es el sujeto del deseo o del querer, el “yo quiero”, y en este sentido la identidad del conocimiento con el sujeto del deseo, por medio de la cual el pronombre “yo” designa a ambos, es inexplicable. Para los budistas el "yo" es una ilusión, no existe.


Como sujeto o "yo", sólo puedo pensar y percibir las relaciones entre objetos externos o representaciones internas, a través de, o mediado por, las reglas del entendimiento (tiempo, espacio y causalidad).

Sin embargo, la identidad entre el "yo" que conoce y el "yo" que desea, se manifiesta de forma inmediata, sin mediación del entendimiento, de allí que el interior de dicho proceso sea un insondable. No sabemos porqué nuestra atención se dirige a ciertos objetos y no a otros. Porqué deseamos ciertos objetos y no otros. Es algo que se nos presenta como por impulso, en palabras budistas, por tendencias kármicas.

Pues bien, es en esta identidad del sujeto del deseo con el sujeto del conocimiento, donde radica el influjo que la voluntad ejerce sobre el conocer, ya que la voluntad dirige la atención. Y asumiendo que la voluntad es de orden trascendental, que es una tendencia kármica que se conoce a posteriori del acto, el proceso queda indescifrable. Según los budistas, los méritos morales e intelectuales no tienen un origen físico o empírico sino metafísico, son producto del karma de otras vidas. Ellos no adhieren al determinismo ni al libre albedrío; tampoco al eternalismo ni al nihilismo. Proponen, en cambio, el camino del medio como vía de acceso al bienestar, cuya técnica es la meditación.


El fracaso del Estoicismo


El ser humano, dice Schopenhauer, es un animal metafísico, cuyo modo auténtico de habitar el mundo lo conduce al más allá de la experiencia fenoménica. Los templos, iglesias, las estupas y mezquitas, dan cuenta de esta tendencia humana a la trascendencia, tan indestructible como la búsqueda de la felicidad. En este punto, su pensamiento se encuentra con el Budismo.

Si el carácter individual es la manifestación de la voluntad de vivir, es decir, del ser originario y fundamental, no habría posibilidad de libre albedrío, como sustenta la doctrina estoica; el ser humano actúa con estricta necesidad, nunca puede actuar de otra forma. Por otro lado, en tanto la voluntad está determinada por la ley de la  motivación, ejerce un influjo sobre el conocer, puesto que obliga al sujeto a repetir determinadas representaciones y a dirigir la atención sobre esto o aquello, o a evocar una serie cualquiera de pensamientos; en definitiva, la voluntad es la íntima guía de la asociación de ideas (Schopenhauer, 1998: pp. 209).  A cada sujeto solo lo estimulan los motivos para los que tiene una receptividad predominante, por eso la motivación es la causalidad desde el punto de vista del interior del sujeto. En otras palabras, es la voluntad la que pone en marcha el circuito del pensamiento, impulsando al intelecto en consonancia con el interés, para producir la asociación de ideas. 


 Ahora bien, ¿ qué ocurre con los actos? En el ser humano, como en cualquier otro ser sintiente o fenómeno natural, el actuar se deriva del ser, es decir que responde a los estímulos según su karma, y se conoce a sí mismo a posteriori. En la medida en que no puede anticipar sus actos, la orientación de su pensamiento y en consecuencia su mundo, estarán determinados, de igual modo, por la voluntad o karma. Entonces, teniendo en cuenta que la tendencia de la voluntad es innata, la ética no es susceptible de ser transmitida por la vía del aprendizaje de axiomas o reglas de conducta, como postulan los estoicos. Es por eso que la filosofía schopenahueriana presenta mayor concordancia con la doctrina budista de la metempsicosis (renacimiento), en la medida en que el obrar humano no está guiado por la razón sino por el carácter (Schopenhauer, 2023,Tomo II: 246), y el flujo mental se forma y transforma en consonancia con este obrar, o karma.  La ética de los estoicos tiene por finalidad loable conducirnos a una vida feliz, pero afirmándose en la voluntad de vivir, puesto que la vida fenoménica les parece cierta y real. La ética budista, en cambio, busca liberar al sujeto del velo de Maya que oculta la verdad, y redimirlo del mundo fenoménico o samsara, mediante la negación de la voluntad de vivir (Schopenhauer, 2023, Tomo II: 328).


El carácter es innato


Desde la primera infancia se observan en el niño los rasgos de carácter que lo acompañarán a lo largo de su vida. Únicamente un sujeto poseedor de un rasgo de carácter fuerte y virtuoso puede alcanzar la santidad o budeidad, y este resultado no depende del del aprendizaje. Schopenhauer los denomina sujetos puros del conocimiento. Son aquellos cuya voluntad o deseo de vivir, ha sido anulada por sus actos, en función a una tendencia a la trascendencia o deseo de escapar de la inmanencia; ejemplos de estos sujetos son Jesucristo, Buda, San Francisco de Asís, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, la Madre Teresa de Calcuta.

Siendo la voluntad de vivir una tendencia sin fin y sin término, generadora de deseo, necesidad y dolor, la imposibilidad de llegar a una dicha duradera por la vía de la satisfacción de deseos, se hace evidente. La vida humana no puede proporcionarnos la dicha, puesto que no es más que dolor constante disfrazado bajo mil formas. Es por esto que para Schopenhauer la felicidad es por naturaleza negativa, es decir, es la ausencia de sufrimiento, y en este sentido, es el sujeto puro del conocimiento, libre de la voluntad de vivir, el único verdaderamente libre y feliz.

Según la filosofía schopenhaueriana, al conocimiento puro y libre de la voluntad se llega cuando la conciencia de las cosas exteriores se sublima, a tal punto que desaparece la conciencia de uno mismo. De este modo, el estado de intuición puramente objetiva es un estado de felicidad perfecta, en tanto deseos, pasiones, emociones y cuidados, quedan eliminados (Schopenhauer, 2008, Tomo II: 454). Ejemplos de ese estado de conciencia son: la contemplación estética, la meditación, la creación artística, etc.


En conclusión, la virtud y la felicidad auténticas, no pertenecen al mundo fenoménico, puesto que son de orden trascendental.



 

Bibliografía


Cultivando la felicidad. Un viaje interior hacia el bienestar, en https://www.lorenamartin.org/post/cultivando-la-felicidad-un-viaje-interior-hacia-el-bienestar

Formación breve en Estoicismo y bienestar psicológico, en https://www.lorenamartin.org/post/formación-breve-en-estoicismo-y-bienestar-psicológico

Dalai Lama (2010). El arte de vivir en el nuevo milenio, recuperado el 13 de febrero de 2024, en chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://jesuitas.lat/uploads/el-arte-de-vivir-en-el-nuevo-milenio-pag-30-77/DALAI%20LAMA%20-%202010%20-%20EL%20ARTE%20DE%20VIVIR%20EN%20EL%20NUEVO%20MILENIO%20PAG.%2030-77.pdf

El Sendero Noble. Transcripción del curso online. Lama Rinchen Gyaltsen. España. Paramita Editorial. Paramita, Centro Budista Sakya. Recuperado el 7 de marzo de 2024, en https://cursos.paramita.org/course/el-sendero-noble

Schopenhauer, A (1998). De la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Madrid. Gredos.

—-------- (2008). El Mundo como Voluntad y Representación Vol. I y II, Buenos Aires, Losada. [Traducción, introducción y notas de Pilar lópez de Santa María]

—----------(2013). Arte del Buen Vivir. Madrid. Biblioteca Edaf.

—--------- (2016). Los dos problemas fundamentales de la ética. España. Siglo XXI

—--------- ( 2023). Parerga y Paralipómena Vol. I y II. Madrid. Editorial Trotta.










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